Pula, esplendor romano.
Amanece un día soleado en Pula. Es una gozada tener el buen tiempo casi garantizado, en contraste con la variabilidad que tenemos en Asturias. Nos dirigimos al Coliseo (40 kn). De día también es una construcción impresionante y que está en muy buen estado. Dentro se utiliza para festivales y conciertos. Y al igual que sucede en el de Roma, hay un montón de turistas haciendo las típicas poses de gladiadores.
Repetimos el recorrido por la calle principal de Pula para ver los monumentos de día, incluyendo el Arco de Sergio, el Templo de Roma y Augustus, . Esta calle rodea circularmente al castillo que se encuentra en lo alto. El castillo aparentemente no merece la pena así que no subimos. Donde sí subimos es a un convento franciscano. Al entrar (5 kn) descubrimos un bonito claustro. Además es una zona muy tranquila porque la masa de turistas parece que se niega a subir el más mínimo repecho, por lo que este lugar parece un pequeño oasis entre la marabunta de gente y de tiendas de recuerdos.
Una vez completamos la visita a Pula, para la que recomiendo al menos 3-4 horas, tomamos la Y Istria hacia Rijeka. Para salir de la península hay que pasar el túnel de Učka que es de peaje (20 kn).
Rijeka es una ciudad grande al norte de Croacia. Nos dimos una vuelta por el centro pero descubrimos que no tenía ningún lugar interesante. Para colmo paramos a comer unos bocadillos que también estaban bastante malos. Un fiasco la parada en Rijeka, que nos podíamos haber saltado perfectamente.
¡¡A la playa!!
Para recuperarnos de la decepción de Rijeka cruzamos a la isla de Krk por un impresionante puente de más de 1000 metros (30 kn a la ida, 0 a la vuelta). La carretera que cruza la isla es serpenteante y en no muy buen estado. Se tardan unos 40 minutos en llegar a Baška, en la otra punta.
Baška es casi la única playa que hemos visto hasta ahora y es una franja de 1 km de largo y 10 m de ancho toda de piedras. Aun así está abarrotada de alemanes y resulta casi imposible poner la toalla. Allí nos damos un baño y un rato de relax tomando el sol.
A la vuelta paramos en Krk, un bonito pueblo costero al estilo de otros que vimos: centro empedrado con una iglesia, tiendas de turistas y hordas de alemanes.
Finalmente tomamos ruta hacia Senj, para pasar la noche. Al entrar en una urbanización el coche que viene detrás se para a nuestro lado y nos ofrece un sobe por 25€. Tras echarle un vistazo aceptamos. Era una habitación en el primer piso de una casa con el baño compartido con otras dos habitaciones. Es increíble el ojo que tienen los locales para captar al turista, que incluso te abordanmientras conduces.