Completamos la visita a Korčula con un paseo durante toda la mañana por sus bonitas calles y su centro empedrado. Korčula es uno de los sitios que más me han gustado hasta el momento. Imprescindible.
El ferry hacia Orebič tarda unos 15 minutos. Una vez desembarcados hay que recorrer unos 60 km por una carretera sinuosa en la península de Peljesač hasta Ston. Esta zona es famosa por sus vinos y por el camino se suceden las bodegas donde podemos comprar vino. Quizá la más famosa sea la bodega Dragač.
Ston es un pequeño pueblecito que destaca por una muralla de 5 km que sube por el monte asemejándose a la gran muralla china y que originariamente protegía las salinas del lugar.
En Ston también tienen fama las ostras así que paramos en un restaurante donde comimos varias ostras y una ración enorme de mejillones por menos de 80 kn. Muy rico.
Desde Ston quedan unos 40 km hasta Dubrovnik por la serpenteante y concurrida carretera de la costa. La llegada a Dubrovnik es un autentico caos de tráfico ya que sólo hay una carretera que baja por la colina hasta el centro y luego vuelve a subir. Miramos un par de sitios para dormir. Aquí todo está bastante más caro, nos piden unos 100 € por noche en habitaciones muy pequeñas. Conviene buscar un sitio lo más abajo posible y con parking para el coche, ya que aparcar es imposible y Dubrovnik está en una colina muy empinada así que volver al alojamiento puede ser agotador.
Tras un par de sitios que no nos gustaron nos sale al encuentro una señora que nos enseña una habitación correcta, con un baño algo viejo pero limpio a compartir con la habitación de al lado, y unas maravillosas vistas de Dubrovnik desde la terraza. Nos pide 60 euros, y como está bastante bien situado nos quedamos. La casa está en mitad de una calle que es una larga escalera sin acceso para coches, así que para no cargar con la maleta cogemos lo imprescindible para la noche y dejamos la pesada maleta en el maletero.
Bajamos las largas escaleras y en menos de 5 minutos estamos en el centro de Dubrovnik. Llegar y cruzar las anchas murallas de la ciudad y ver los primeros edificios del interior se describe con dos palabras: im-presionante. El centro antiguo es un conglomerado de casas en piedra, iglesias y palacios. Todo está muy bien conservado ya que todo el centro se reparó recientemente tras la guerra en Yugoslavia.
Después de recorrer el centro y de curiosear en la multitud de tiendas de recuerdos paramos a tomar un vino en una nueva y encantadora vinatería sita en una bocacalle de la calle principal llamada D'Vino. El trato es muy atento y tiene una buena selección de vinos locales.
Otro sitio a mencionar es el bar-restaurante Arsenal. Es de decoración muy cuidada en madera, un tanto pija. Tiene una terraza al puerto y un par de mesas situadas dentro del esqueleto de un barco de madera. No comí allí así que no puedo dar opinión del menú.
Para cenar acabamos sentándonos en el Konoba Lantern, en una callejuela cercana a la calle principal. El menú era el habitual de todos los restaurantes. El plato de pescados para dos venia con bastantes cosas, aunque buena parte eran mejillones, de los cuales ya me había hartado al mediodía. El sitio está bien, dentro del nivel correcto habitual.
Las escaleras de vuelta se hacen un poco cansadas, pero en poco más de 5 minutos llegamos al bien merecido descanso. Eso sí, antes de acostarse es inevitable recrearse durante unos momentos en la terraza de la habitación con las espléndidas vistas de Dubrovnik iluminado por la noche.
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